Esta es una pregunta que me hacen muy seguido durante las consultas de comunicación interespecies... las personas nos damos cuenta que nuestra familia animal reacciona a nuestras emociones y circunstancias. Quizás ahora lo vemos con más claridad porque, debido a la cuarentena, hemos pasamos más tiempo con ellos: se acercan y nos lamen cuando estamos tristes; nos invitan a jugar cuando trabajamos demasiado; nos acompañan permaneciendo cerca (o sobre nosotros) para alejar la soledad... nos hacen sentir con su inocencia y alegría que la vida es buena, que somos amados, nos muestran como adaptarnos a los cambios y a hacerlos más disfrutables y compartidos...
Las personas también notamos que los animales se enferman de lo mismo que nosotros: ambos de diabetes, osteoporosis, ataques cardíacos, etc (casualidades dirían algunos!) Notamos que si estamos ansiosos ellos reaccionan con miedo, ira o ansiedad también.... nos damos cuenta que estamos conectados. Y si la estamos pasando mal, si los tiempos como ahora son retadores, las personas me piden: "Dile que no cargue con lo mío", "dile que no se enferme de lo mismo". Esta es una solicitud bastante común... pero, ¿Se puede? En realidad no! (vamos, claro que se los puedo decir, pero no lo van a hacer!) Y no se puede porque compartimos casi todo: un mismo espacio/hogar, un mismo sistema familiar, un miso campo morfogenético, y muchísimo amor incondicional...
Los humanos hemos sido especialistas en producir campos energéticos confusos y pesados: si pudiésemos comparar gráficamente el aura de nuestro perro con al nuestra, con el de un humano promedio, veríamos que el del humano es muy potente pero también bastante denso, con manchones de luz y oscuridad, muchas veces incoherente, con aspectos poco desarrollados, una mente cargada, probablemente obsesiva, diciendo una cosa pero sintiendo otra, y desconociendo mucho de sí mismo.... el del perro/gato: ligero, luminoso, coherente, unívoco, pero cargando lo que los humanos van produciendo y depositan (inconscientemente ) en casa.
Hay que partir del hecho de que los pensamientos y las emociones que producimos son cosas. Tienen presencia, consistencia, viscosidad, color, forma... y una vez emitidos no desaparecen en "la nada"... esos pensamientos, emociones, sentimientos, ideas, siguen su camino una vez emitidos y se depositan, como motitas de polvo, en algún lugar o en algún ser. Siempre pasan primero por nuestro cuerpo y afectan (positiva o negativamente) nuestros órganos, tejidos y sistemas, y eventualmente llegan a alguien más. Si pensamos en alguien en específico (nuestra pareja, familia, amigos/enemigos, incluso un actor, cantante, político, etc) ahí llegarán esos pensamientos. Si estamos injuriando por el tráfico y maldecimos esa calle, pues ahí se depositará esa energía;... y si andamos por casa con ansiedad, miedo, culposos o iracundos, esa vibración también llena nuestro espacio. Somos poderosos y la piel o el cráneo no son contenedores impermeables de la energía sutil que irradiamos... así que lo que producimos llega a nuestro perro o a cualquier animal de compañía, lo cargará quien sea más ligero, quien tenga más amor. También nuestros hijos o pareja y el suelo que nos sostiene lo cargará por nosotros.
Es así que la única manera permanente y realmente eficaz de hacer felices a nuestros perros/gatos, hijos, pareja y Madre Tierra, es transformarnos a nosotros mismos y ser conscientes de lo que emitimos, y aprender a irradiar algo mucho más ligero a voluntad. Esta toma de responsabilidad es una verdadera maduración de nuestro ser, lo único que en última instancia nos dignifica.
¿Pensábamos que el GRAN poder era el de SuperMan que vuela por los aires y derrite acero con la mirada?... el verdadero PODER es el de ser capaz de darnos cuenta que estamos emitiendo una emoción/pensamiento denso y transformarlo a voluntad en uno positivo, ligero, amable y productivo. Afortunadamente hay muchas técnicas espirituales y terapias individuales, grupales, sistémicas, al alcance de la mano. Lo que sobran son opciones para aprender a hacer esto. Todas ellas nos recordarán que la transmutación y el cambio consciente es una capacidad humana innata y natural. Se requiere voluntad, observación y práctica solamente.
Esto lo vi tan reiteradamente en las consultas que incluí un gran módulo de sanación para humanos y animales en la currícula de comunicación interespecies. Si queremos hablar con los animales necesitamos la neutralidad que nos da el trabajo personal. Quizás esta es la utilidad más productiva de encender nuestros sentidos psíquicos: poder vernos a nosotros mismos y conocer nuestra historia personal más amplia, mirarnos con más compasión pero completos, con más sabiduría y transformarnos. Si se puede, aquí radica nuestra libertad.
Y cuando echemos a andar este proceso de cambio, nuestro cuerpo y familia humana y animal serán los primeros beneficiarios porque estarán rodeados de un espacio más limpio y ligero. Podremos hacer entonces por nuestros animales de compañía lo que ellos hacen por nosotros que es compartir la alegría de existir, y darles la libertad de vivir su destino y evolución sin tener que cargar con nuestros asuntos pendientes....
Y si miramos alrededor, toda esa basura plástica en los mares, las aguas negras que enviamos a los ríos, la sistemática producción de debris indigerible por la Madre Tierra, las partículas de CO2 en el aire... ¿no son lo mismo?
Es decir, si como especie no vivimos desde el paradigma de la responsabilidad personal en relación a nuestros pensamientos y emociones, ¿no es pues lógico pensar que haremos lo mismo con los objetos? quizás no hemos establecido procesos productivos circulares, economías justas y sustentables de principio a fin, porque no hemos empezado por lo más íntimo y cercano que son los latidos de nuestro corazón... En el instituto HeartMath hace 30 años que estudian el campo electromagnético del corazón, ya ha sido medido como nuestros estados de ánimo afectan de manera positiva o negativa a otras personas y animales. Ahora también estudian que este campo del corazón humano tiene un efecto sobre el campo electromagnético de la Madre Tierra.
El poder de nosotros los humanos es inmenso y si lo usamos para una transformación consciente podremos florecer y tomar el lugar que el tejido de la Vida nos tiene reservado. Las personas que amamos a nuestros animales realmente queremos que ellos sean felices y sanos, y no nos damos cuenta que nuestra presencia puede ser un foco de inspiración, sanación y ligereza para ellos, para nosotros mismos y para toda la Madre Tierra. Somos la semilla del cambio.
Bendiciones para ti y tu familia animal, que tu luz brille en el mundo...
Daniela Camino
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